Éste 15 de septiembre próximo, en Guatemala (y Centroamérica) estaremos cumpliendo 190 años de la firma del acta de Independencia. Un acontecimiento, sin duda, muy importante para nuestro país. Es un día donde celebramos la libertad, principalmente. Sin embargo, tengo que confesar que a mi no me gusta ésta celebración.
No me emociona celebrar la independencia, porque en realidad, y en mi opinión personal, hemos perdido nuestra libertad (si es que en algún momento la tuvimos). Hoy no me siento libre, en primer lugar, por la delincuencia a la cual estamos expuestos todos los días los que vivimos en éste país. Ésta violencia es generada en gran medida por esa estúpida guerra contra las drogas. Influye también, y en gran medida, el estado de impunidad en el que vivimos, donde únicamente llegan a una sentencia condenatoria el 2% de todos los casos que llegan al Organismo Judicial.
No me emociona porque siento que somos esclavos de un sistema político-económico que se interpone en nuestro camino para conseguir nuestras metas, o como manda la constitución de los Estados Unidos, a la búsqueda de nuestra felicidad. Los gobernantes se dedican a buscar nuevas formas de meter sus manos en nuestros bolsillos para sacarnos más dinero, y que con sus acciones y más leyes, poco a poco van lesionando nuestros derechas la vida, la libertad y la propiedad.
Ésta pérdida de la libertad se ha dado poco a poco, casi sin darnos cuenta, y hemos sido, en muchos casos, cómplices silenciosos de nuestra propia condena.
Sin embargo, y a pesar de todo lo anterior, es común que en ésta época afloren los sentimientos de patriotismo y nacionalismo entre muchos habitantes de éste país. Y éste es precisamente el otro punto que no me gusta. En nombre de la Patria se han cometido muchas injusticias y atrocidades a lo largo de la historia, siendo quizá los más claros ejemplos el nacional-socialismo de Hittler, en Alemania, o el fascismo de Mussolini, en Italia.
Si ponemos las cosas en su justo plano, al final lo que llamamos patria no es más que un límite geográfico, establecido por consenso (o a la fuerza) entre los gobernantes de 2 territorios, con el fin de dividirse la expoliación (cobro de tributos) de los habitantes de dicho territorio. Si dependiera de cualquier gobernante, seguro correría las fronteras de su territorio con el fin de abarcar más gente que le tribute a él, y no al gobernante del pueblo vecino.
Yo amo mi Guatemala. En primer lugar, porque aquí nací, o como generalmente decimos, aquí “dejé enterrado el ombligo”. Aquí nacieron mis padres, vivieron mis abuelos, conocí a mi esposa, nacieron mis hijos. En Guatemala estudié, y he trabajado. En fin, aquí he hecho mi vida.
Me encanta el territorio que ocupa lo que llamamos Guatemala, por muchas razones. Entre otras cosas por sus paisajes y sus lugares, sus lagos, sus 37 volcanes que adornan el paisaje casi desde cualquier lugar en el que te encuentres. Volcanes que tienen una implicación especial para mí, por el hecho de haber escalado a la cumbre de al menos la mitad de ellos. La vista de varios de esos volcanes adornan mi camino todos los días, desde que salgo de mi casa, y en cualquier viaje por carretera, sobre todo al occidente del país.
Guatemala tiene el que en mi opinión es el volcán más lindo del mundo: el volcán de Agua. De forma casi perfecta desde cualquier punto que se mire, ubicado de tal forma que se mirá a cientos de kilómetros a la redonda, lo que me hace presumir que ha de ser uno de los volcanes más pintados y fotografiados del mundo (puede ser que esté pecando de fanatismo).
Guatemala también tiene, en mi opinión y la de muchos, el lago más lindo del mundo, el lago de Atitlán. Un lago precioso, rodeado por tres volcanes y por aproximadamente 10 poblaciones indígenas, muy pintorescas, y con mucha tradición, lo que hace de éste un lugar muy especial.Tengo que reconocer además, que me encantan algunos de los símbolos patrios de Guatemala, por su significado:
- El Himno Nacional: a pesar de que es una de las principales muestras del patriotismo que en éste artículo critico, el himno nacional me encanta. En muchas de sus frases exalta precisamente el concepto de la libertad. Con respecto al himno, tuve un cambio radical en mi forma de apreciarlo hace 11 años. Siempre me chocó que nos hacían cantarlo en formación cuasi-militar. Recuerdo bien que fue en las olimpiadas de Sydney 2000, cuando vi por T.V. a unos australianos cantando su himno nacional, haciendo una gran fiesta, todos abrazados, casi bailando. A partir de ese día comprendí que el himno no tenía por qué tener ese tono y postura militaresca. Mucha gente lo ha de haber comprendido así también, pues en los últimos años han surgido nuevas versiones (me gusta mucho la versión de Gaby Moreno), a pesar de que los sectores más conservadores critican éste tipo de versiones
- La Monja Blanca, flor nacional: La Monja Blanca es una orquídea “blanca de inmensa belleza y sutil elegancia”, que según la leyenda surgió por una amor que no podía ser libre. Es una flor preciosa, que he tenido pocas oportunidades de verla en vivo, principalmente porque su reproducción y conservación es complicada, pero también porque los gobernantes nos prohíben comercializarla (lo que me impide comprar una y tenerla en mi casa)
- La Ceiba, el árbol nacional. Los mayas lo consideraban el árbol sagrado de la vida, y representaba la sabiduría. La ceiba es un árbol imponente, robusto, que se muestra orgulloso en muchos parques del país. Me emociona de sobremanera ver una ceiba, creo que es una inspiración para ser grandes, fuertes, para sobresalir entre el resto
- El Quetzal, ave nacional. Es un ave que simboliza la libertad, la independencia y la autonomía. Lo que más me gusta del quetzal es su naturaleza libre, pues resulta que no puede vivir en cautiverio. A pesar que recién se conoció la noticia de que en México lograron reproducir el quetzal en cautiverio, sin duda es un ave que nació para ser libre, debería ser una inspiración para cualquiera
En conclusión, yo adoro Guatemala, por lo que Guatemala representa para mí. Más que ser un espacio geográfico en el mapa, es un espacio emocional en mi corazón.
Tengo que reconocer, que bajo una visión global de la historia universal, como civilización humana no estamos tan mal hoy en día. La esperanza de vida al nacer, así como el nivel de vida del ser humano se ha elevado de manera sustancial, si nos comparamos por ejemplo con la Europa del siglo XIV. Además, la situación de violencia no es nada nuevo, si nos comparamos con las atrocidades cometidas en las guerras que han quitado la vida a millones de personas, a lo largo de la historia de la humanidad, siendo las guerras mundiales uno de los ejemplos más catastróficos y despiadados que han habido.
Sin embargo, ésto no justifica que nos conformemos a vivir en éste país (o en cualquier otro) como si no tuviésemos otra opción. Soy consciente que es labor de todos los habitantes de éste país, pero comenzando desde el interior de cada uno, hacer que Guatemala sea un mejor lugar para vivir.
Así que yo celebraré no sólo éste 15 de septiembre, celebraré todo el mes, y cada uno de los días que me queden de vida, LA LIBERTAD.
Lucho y seguiré luchando cada día para vivir mi propia vida, de acuerdo a mis principios y valores, haciéndome responsable de las consecuencias de mis actos y decisiones, y respetando los derechos de los demás.
Felicidades a todos mis compatriotas, a mis hermanos centroamericanos, y también a mis hermanos mexicanos, que todos celebramos en éstos días nuestra independencia! Y que éste patriotismo que muchos sienten, se convierta en una lucha racional y directa por recuperar nuestra libertad!
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