El ingenio del hombre se muestra con éste famoso y no siempre bien utilizado instrumento financiero. La mayoría de personas no sabe cuáles son las ventajas y desventajas de las tarjetas de crédito, y no falta quién las califique como malas, cuando lo malo es el uso que puede darsele a las mismas.
Si tomamos de ejemplo a España, según una encuesta que puedes ver aquí, el 67% de la población tienen por lo menos una tarjeta de crédito. En otra encuesta un poco más reciente, se dice que España tiene un promedio de 2 tarjetas por cada habitante mayor de 18 años. Sin embargo, ésta misma encuesta dice que en promedio, el 16% de los gastos de los hogares españoles se realizan con tarjeta de crédito, lo que resulta más bajo que otros países de la unión europea.
En Latinoamérica, las tarjetas de crédito están en pleno crecimiento. Según éste sitio, el sector está creciendo a un promedio del 21% anual desde el año 1991. En Estados Unidos, la situación de endeudamiento con tarjetas de crédito es bastante seria, pues más del 40% de la población tiene un saldo en la tarjeta de crédito.
Leí un comentario en el Diario La Hora, de Guatemala, enviado por un lector. El comentario es el fiel reflejo de lo que mucha gente piensa sobre éste interesante instrumento financiero. Al principio de su comentario dice “son un desastre para las familias, por los altos intereses impagables, que el sistema capitalista les imputa”.
Este es un tema muy interesante en Latinoamérica, pues muchas personas parece que son incapaces de hacerse responsables de sus decisiones. De nuevo, nadie te obliga a tener o utilizar una tarjeta de crédito. Además, nuestras sociedades están atacadas por ese germen anticapitalista, que busca achacar a éste sistema económico todos los males del mundo.
Es totalmente cierto que los intereses de una tarjeta de crédito son altos e impagables, pero nadie lo forza a uno a adquirir la tarjeta, a utilizarla desmedidamente, y para ajuste de cuentas, no pagarla a tiempo. Además, no es por justificar a los emisores de tarjetas de crédito, pero realmente el riesgo que tienen es alto, pues no existe una garantía clara de que van a poder recuperar su dinero. Por ejemplo, si te financian una casa, y dejas de pagar el préstamo, te quitan la casa. En otros préstamos, tienes un fiador o co-deudor. Pero en la tarjeta de crédito no hay ninguna garantía para el banco. Siempre podrían intentar una demanda, aunque eso también tiene un costo que tendrían que absorber.
Muchas personas acuden al uso de la tarjeta de crédito cuando tienen alguna emergencia, como por ejemplo un accidente, una enfermedad, etc. Lo comenté en un artículo anterior, que es importante tener cubierto éstos riesgos con un fondo de emergencias. Además, podemos protegernos con seguros médicos, de propiedad, etc.
Otras personas caen en el uso de la tarjeta de crédito por no controlar sus emociones. El típico “lo necesito”, “es que yo lo quiero”, “me lo merezco” etc., que hacen que tomemos medidas precipitadas que comprometen nuestra situación financiera. Muchos autores dicen que si no tienes para comprarte algo al contado, es que no lo mereces. Algo drástico, pero piénsalo y verás que no deja de ser verdad.
A mi me gusta decir que la tarjeta de crédito es una excelente herramienta de pago, pero una pésima herramienta de financiamiento. Si lo pensamos, hacer todos tus pagos con la tarjeta de crédito te permite acumular puntos, o millas, que puedes canjear por premios, viajes, etc. En algunos casos te ofrecen descuentos si pagas con determinada tarjeta de crédito. Además, la tarjeta te permite no tener mucho efectivo contigo, y puede reducir la tentación para gastar más.
Si eres de los que no te gusta utilizar la tarjeta de crédito, o crees que no puedes llevar el control, tienes la opción de utilizar una tarjeta de débito, que es mucho más segura y fácil de controlar.
Yo en lo particular tengo 3 tarjetas de crédito, una Visa, una Master Card, y una American Express. La primera es la “de batalla”, que utilizo para todos mis gastos mensuales. Al final del mes, pago el saldo en su totalidad, por lo que no pago un centavo de intereses. La segunda opción la tengo para cuando salgo de viaje (no tan seguido como quisiera, pero cada vez que viajo), pues estoy convencido de que es mucho más cómodo que llevar el efectivo. La tercera es por si alguna de las anteriores falla (que suele suceder), sobre todo cuando estoy fuera de viaje. Cabe aclarar aquí que ninguna de éstas tres tarjetas me cobra una membresía anual, o comisiones, ni nada parecido, así que puedo dar fe de que son una excelente herramienta de pago.
Y tú: ¿Cuántas tarjetas de crédito tienes? ¿Tienes algún saldo pendiente, o cancelas la totalidad de tus cargos a fin de mes? Comparte con nosotros tu opinión al respecto.
En Latinoamérica, las tarjetas de crédito están en pleno crecimiento. Según éste sitio, el sector está creciendo a un promedio del 21% anual desde el año 1991. En Estados Unidos, la situación de endeudamiento con tarjetas de crédito es bastante seria, pues más del 40% de la población tiene un saldo en la tarjeta de crédito.
Leí un comentario en el Diario La Hora, de Guatemala, enviado por un lector. El comentario es el fiel reflejo de lo que mucha gente piensa sobre éste interesante instrumento financiero. Al principio de su comentario dice “son un desastre para las familias, por los altos intereses impagables, que el sistema capitalista les imputa”.
Este es un tema muy interesante en Latinoamérica, pues muchas personas parece que son incapaces de hacerse responsables de sus decisiones. De nuevo, nadie te obliga a tener o utilizar una tarjeta de crédito. Además, nuestras sociedades están atacadas por ese germen anticapitalista, que busca achacar a éste sistema económico todos los males del mundo.
Es totalmente cierto que los intereses de una tarjeta de crédito son altos e impagables, pero nadie lo forza a uno a adquirir la tarjeta, a utilizarla desmedidamente, y para ajuste de cuentas, no pagarla a tiempo. Además, no es por justificar a los emisores de tarjetas de crédito, pero realmente el riesgo que tienen es alto, pues no existe una garantía clara de que van a poder recuperar su dinero. Por ejemplo, si te financian una casa, y dejas de pagar el préstamo, te quitan la casa. En otros préstamos, tienes un fiador o co-deudor. Pero en la tarjeta de crédito no hay ninguna garantía para el banco. Siempre podrían intentar una demanda, aunque eso también tiene un costo que tendrían que absorber.
Muchas personas acuden al uso de la tarjeta de crédito cuando tienen alguna emergencia, como por ejemplo un accidente, una enfermedad, etc. Lo comenté en un artículo anterior, que es importante tener cubierto éstos riesgos con un fondo de emergencias. Además, podemos protegernos con seguros médicos, de propiedad, etc.
Otras personas caen en el uso de la tarjeta de crédito por no controlar sus emociones. El típico “lo necesito”, “es que yo lo quiero”, “me lo merezco” etc., que hacen que tomemos medidas precipitadas que comprometen nuestra situación financiera. Muchos autores dicen que si no tienes para comprarte algo al contado, es que no lo mereces. Algo drástico, pero piénsalo y verás que no deja de ser verdad.
A mi me gusta decir que la tarjeta de crédito es una excelente herramienta de pago, pero una pésima herramienta de financiamiento. Si lo pensamos, hacer todos tus pagos con la tarjeta de crédito te permite acumular puntos, o millas, que puedes canjear por premios, viajes, etc. En algunos casos te ofrecen descuentos si pagas con determinada tarjeta de crédito. Además, la tarjeta te permite no tener mucho efectivo contigo, y puede reducir la tentación para gastar más.
Si eres de los que no te gusta utilizar la tarjeta de crédito, o crees que no puedes llevar el control, tienes la opción de utilizar una tarjeta de débito, que es mucho más segura y fácil de controlar.
Yo en lo particular tengo 3 tarjetas de crédito, una Visa, una Master Card, y una American Express. La primera es la “de batalla”, que utilizo para todos mis gastos mensuales. Al final del mes, pago el saldo en su totalidad, por lo que no pago un centavo de intereses. La segunda opción la tengo para cuando salgo de viaje (no tan seguido como quisiera, pero cada vez que viajo), pues estoy convencido de que es mucho más cómodo que llevar el efectivo. La tercera es por si alguna de las anteriores falla (que suele suceder), sobre todo cuando estoy fuera de viaje. Cabe aclarar aquí que ninguna de éstas tres tarjetas me cobra una membresía anual, o comisiones, ni nada parecido, así que puedo dar fe de que son una excelente herramienta de pago.
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1 comentarios:
pues se de emisores de tarjetas en guatemala que te llamana y llaman insitandote al uso irregular de la tarjeta ofreciendo algunos descuentos o en su caso preguntando si algo esta mal con la tarjeta o sea ellos atacan al consumidor para que este se canse y termine usando la tarjeta, no todos los emisores son iguales
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